miércoles, 1 de abril de 2009

Un verso triste que me acaban de vender, y los zapatos que me aprietan el talón. Disculpen que sea tan triste mi canción, es que no lo volveré a ver. Y tengo miedo a equivocarme, a sufrir, a ser lastimado. Equivocarme es algo humano, pero amarte es un pecado. Y ruego a Dios que esto termine, para poder ser la de antes. Que no llora por hombres y tiene siempre un amante. Porque conozco yo el calibre de tus besos, ya no me dejo asesinar por esa boca. No pongo un pleno más por vos, no tengo un peso. Mejor le cedo a otra el turno que me toca, que me toca. Y me resulta imposible sacarlo de mi cabeza, un camino de ida y vuelta, que termina en la cerveza.

No hay comentarios: