viernes, 17 de julio de 2009

Cuando sabés la verdad podés elegír que hacer con ella, podés negarla o podés aceptarla. Buscamos desesperadamente la verdad, esa misma verdad que nos da miedo escuchar. Si negás la verdad va a ser tu responsabilidad cuando te explóte en las manos. La verdad libera porque uno es dueño de hacer con ella lo que quiera, incluso negarla, pero yo no niego la verdad, el tampoco niega la verdad.. Es cómo un juego de mesa, si uno no pone un tiempo de juego es aburrido, por eso la vida es divertida, porque no dura para siempre. Podés vivír negándolo, pero lo único que vas a ganár es desperdiciar tu tiempo, tu vida. Ya está, ya sabés la verdad, ahora no hay nada que ocultar. La salida al peligro esta en el peligro mismo. Ya sabémos la verdad, ahora podemos llorar, o podemos conservar la alegría. La verdad nos interpela, nos pregunta, nos arrincona y muchas veces no hay respuesta. La verdad a veces no da certezas, si no algo mucho mas peligroso, dudas. La verdad asusta. La verdad despierta, sacude y paraliza. La verdad desnuda, incomoda. La verdad libera y confunde. Pero la verdad también nos da la fuerza para afrontarla con alegría. La verdad es cómo el sol en la cara en una tarde de invierno, es un carnaval en la nieve. La verdad a veces duele, pero sin lugar a dudas la verdad fué, es y será la fiesta de todos.

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